El Monasterio de Poio gozó a lo largo de toda su historia de un gran protagonismo, sobre todo entre los siglos XVI al XVIII, bajo la orden benedictina, tanto a nivel cultural como material.
En 1548, Carlos V le dio el privilegio de convertirse en Colegio Mayor de Teología, en el que impartió clases el Padre Feixó, y en el año 1613, se creó el Colegio de Pasantes en el Monasterio.
Los monjes benedictinos tuvieron que abandonar el Monasterio en 1853, cumpliendo las órdenes de exclautración, y en 1890 se hicieron cargo de él la orden mercedaria hasta nuestros días. |
La Iglesia |
La Iglesia monasterial de Poio, que sustituyó a la iglesia medieval, es uno de los máximos exponentes del Clasicismo tardío gallego, con elementos plenamente barrocos.
Inicialmente, las obras fueron dirigidas por uno de los arquitectos más conocidos del momento, el luso Maestro Mateo López, quien siguió los planos diseñados por Juan Ruiz de Pamames. En el año 1581, comenzó su labor por la Capilla Mayor.
La fachada de la Iglesia del Monasterio de Poio es de estilo barroco del siglo XVII. En ella destacan, sobre todo, tres figuras: la de San Juan Bautista, patrón del municipio de Poio, y a cada lado podemos observar las figuras de Santiago y la de San Andrés. Se complementa con columnas dóricas y corintias, las dos torres campanario de estilo barroco y un frontón partido por una peineta |
Del interior de la Iglesia, llama la atención la perfecta proporción entre la altura de la misma y la longitud de su cuerpo, compuesto por la nave central y dos menores que llegan hasta el crucero, típico del estilo Renacentista.
Dignos de admiración son el retablo de estilo churrigueresco del siglo XVIII, de Bernardo de Cabrera, y el sepulcro de Santa Trahamunda, del siglo VI, que ocupa un rincón de la capilla del Cristo. |
La Biblioteca |
La biblioteca, una de las más importantes de Galicia está situada en el bajo y primer piso del ala poniente del Monasterio de Poio.
Alberga cerca de 100.000 volúmenes, la mayoría de los cuales fueron adquiridos por los monjes benedictinos cuando el Monasterio era Colegio Mayor de Teología. También los monjes mercedarios hicieron su aportación trayendo de Conxo algunas de las obras que les pertenecían.
Otros se consigueron en distintas épocas y por diversos legados, entre los que sobresale el del eminente bibliófilo D. Antonio Rey Souto, rico en joyas bibliográficas y en obras de historia y literatura gallega, que están distribuidos en dieciséis salas entre las que se pueden encontrar piezas de Castelao, Bello Pineiro, Sobrino, Concheiro y Rafael. |
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